sábado, 21 de abril de 2018

El bosque de plata


El bosque de plata





Imagen: https://pixabay.com/es/users/jplenio-7645255/


            Cuenta la leyenda que hace muchos años, justo antes de que las personas construyeran sus casas junto a aquel rio, que hace mucho se secó, que estas tierras estaban bendecidas por el cielo, y que todo lo que nacía en ellas, crecía más fuerte y sano, que las flores y los arboles eran más bellos, que la fruta era más dulce y que los animales vivían siempre activos. Las antiguas tribus veneraban este lugar y lo respetaban. Jamás cazaban en ella, jamás se quedaban por las noches, nunca encendía fuego y no hablaban fuerte dentro de él.


 Pero un día llegaron los colonizadores, con animales que arrastraban carros pesados que hendían la tierra, con sus fuegos siempre encendidos siempre hambrientos de madera, con sus voces llenas de gritos y sin respeto por nada. Ellos encontraron estas tierras y las hicieron suyas, comieron las frutas, cazaron los animales, bebieron sus aguas y cortaron sus árboles. Aun así, la tierra parecía seguir bendecida por el cielo y les proveía de todo lo que pudiesen necesitar. Aun el clima era cálido durante el verano y la lluvia llenada todo de vida, los bosques pasaron a ser campos labrados y de ellos las cosechas eran abundantes, los niños crecían fuertes y sanos, ellos lo llamaron el paraíso. 


 No paso mucho tiempo cuando un grupo de ellos encontraron una cueva profunda, de la cual emanaba una suave brisa, un olor a flores y musgo, las paredes reflejaban el brillo de las antorchas con pequeños puntos de plata. Entraron en la cueva y avanzaron profundo, entre más avanzaban más brillaban las paredes y en sus corazones macío la codicia. Al llegar al final de la cueva descubrieron algo que les recordaba un árbol, pero su tronco era todo de plata. Su codicia no pudo ser mayor y todo el lugar fue arrasado con sus picos y sus palas, cuando estos no le eran suficiente usaron dinamita, minaron durante meses, sin darse cuenta de que con cada golpe de pico, las ramas perdían sus hojas, que con cada explosión el rio perdía su cauce, que con cada gramo de plata que saqueaban, la tierra moría... un día se agotó la plata, mucho más rápido de lo que ellos esperaban. Ese año la tierra dio una cosecha pobre, el rio apenas tenía un pequeño cauce de agua y los animales escaseaban. Lucharon por mantener sus vidas, seguros de que con las lluvias todo se arreglaría, pero las lluvias se retrasaron por meses. Cuando al fin llovió, el agua no cesaba e hizo imposible el trabajo. Por más que lo intentó su vida no pudo seguir por mucho tiempo y abandonaron el lugar dejando atrás lo que parecía el nacimiento de un bosque muerto y estéril.


 Durante años las tribus visitaron el lugar, durante años buscaban lo que antes respetaban y admiraban, durante años no encontraron nada... un día una pequeña joven caminaba por el bosque muerto y le sorprendió ver una flor, estaba justo entre las raíces de un viejo tronco, solitaria, pero no triste. Se acercó a ella y no la toco, le dedico una sonrisa y se marchó corriendo... ella había notado que en sus pétalos habían pequeños destellos plateados.

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